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domingo, 19 de julio de 2009

Benedicto XVI y la agenda del desarrollo. (El Correo 19.07.09)

Benedicto XVI y la agenda del desarrollo.

Manfred Nolte.

La autonomía de las disciplinas frente a los juicios morales ha sido una constante del pensamiento científico. Aplicada a la economía, y siguiendo la tradición inaugurada por Adam Smith, esta posición sostiene que el mercado es incompatible con la ética porque las acciones morales voluntarias contradicen sus reglas y apartan al empresario moralizante del escenario del juego. Durante largo tiempo, la ética empresarial fue un concepto recusado, porque la economía rueda con la eficiencia y no con la moralidad. La lógica interna de los mercados garantiza el progreso e incluso la justicia distributiva.

Pero Benedicto XVI acaba de recordarnos que la economía no solamente está gobernada por leyes económicas, sino que está determinada por la acción del hombre. Aunque la economía de mercado descanse en el entramado de sus propias reglas, no puede eludir al ser humano o excluir su libertad moral. El desarrollo de los poderes espirituales de la humanidad es esencial para el desarrollo de la comunidad. Estos poderes espirituales son en si mismos un factor económico: las reglas del mercado solo funcionan eficientemente cuando existe un consenso moral que las sostenga.

La tercera encíclica de Joseph Ratzinger acude al rescate y defensa de unos principios, cuyo olvido ha promovido una de las recesiones más devastadoras desde la gran depresión. Es un acto de testimonio y solidaridad con las victimas inocentes, pero también una seña inequívoca a los líderes mundiales: la presente crisis global de descontrol, avaricia e invidencia prueba que la acción del mercado no es independiente de los planteamientos morales y políticos.

En línea con sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, a los que invoca recurrentemente a los largo de los 79 párrafos de un texto obviamente apologético, no hay sorpresas en la carta papal. La doctrina social de la Iglesia, desde la publicación de la “Rerum Novarum” de León XIII hace mas de cien años, no cambia sus fundamentos, aunque se adapta a la fenomenología social y económica de cada época desde los cimientos del depósito de la fe. La Ley natural, la dignidad del individuo, el bien común, el destino universal de los bienes, la participación social, los principios de subsidiariedad y solidaridad, van tejiéndose con los trazos de siempre, donde lo que varía es la estructura económico-social aunque con análogo telón de fondo: la miseria de muchos derivada de un modelo injusto además de ineficaz.

Para la correcta interpretación del documento papal hay que entender, sobre todo, su carácter teológico y trascendente. La encíclica no es solo una llamada a la reforma social, sino la voz del teólogo que acude a las últimas raíces de la fe para auspiciar las coordenadas morales de los mercados. “Caritas in Veritate” es un documento confesional. Reporta doctrina oficial de la Organización espiritual y civil que es la Iglesia Católica desde la dimensión de la fe: verdad, caridad, trascendencia, unidad. "El anuncio de Cristo- advierte el Sumo Pontífice- es el primer y principal factor de desarrollo".

“Caridad en la verdad” señala que la antropología teológica es el único punto de partida para poder acceder al bien común. A partir de ahí “La economía necesita de la ética para su correcto funcionamiento”. No cualquier ética, sino aquella centrada en los hombres.

Aunque el Papa postula que “la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer”, de hecho formula muchas. Es el contenido más cercano e inteligible de la Encíclica, pero al mismo tiempo el menos novedoso y el más sujeto a debate político. Sus propuestas, largamente reivindicadas por la sociedad civil, se encuentran recogidas en varios documentos de Naciones Unidas. La Declaración del Milenio (2000), el Consenso de Monterrey (2002), la Agenda de Accra (2005) o la Declaración de Doha (2008) recogen ordenadamente las pautas para abordar el problema del desarrollo. Cuando Benedicto XVI pide la reforma de Naciones Unidas se refiere a convertir este foro en el interlocutor inclusivo de la agenda de la pobreza, condición reclamada vivamente por los países sin voz, ante la impasibilidad de los poderosos Clubes Gs del Planeta. La utópica llamada a la reforma de la Gobernanza global, mediante la creación de una “Autoridad política mundial” se sitúa en la senda de las propuestas de la Comisión Stiglitz, que fue ignorada en la reciente cumbre para el desarrollo de Nueva York.

Los humanos no pueden ser victimas de los sistemas, sino sus protagonistas. A partir de ahí se abre un amplio campo de responsabilidades donde todos los actores de la sociedad tienen su indeclinable cometido particular.

martes, 7 de julio de 2009

LA OTRA CARA DE LA CRISIS

La otra cara de la crisis.[1]

Consecuencias de la crisis global en los países del Sur.

Manfred Nolte.


Nota: El presente texto constituye la ponencia presentada en Los Cursos de Verano de la UPV/EHU, el día 7 de julio de 2009, en el Seminario G2:Crisis en Europa.

0. Un mundo injusto. Las estadísticas nos hablan de dos mil millones de personas en nuestro planeta sorteando diariamente a la muerte con menos de dos dólares de presupuesto: 720 dólares anuales. La mortandad infantil y maternal, las plagas endémicas del sida o la malaria, la ausencia de educación primaria y las catástrofes ecológicas o humanitarias derivadas de la falta de sostenibilidad ambiental, de las guerras y de la corrupción afectan severamente a la mitad de la población mundial. Del fondo de esta injusticia objetiva que lesiona gravemente los derechos humanos más básicos de muchos, surge el imperativo de la cooperación y de la solidaridad.

Esta radiografía del sur constituye el telón de fondo en el que se inscribe una de las crisis globales más devastadoras de la historia.

1. Antecedentes y causas de la crisis. La actual crisis, a la que irónicamente alguien ha denominado “una crisis sin culpables” hunde sus raíces dos décadas atrás, en los años 90 y muy en particular en 2000, en la espiral especulativa en torno a los valores vinculados a Internet.

La reacción al estallido de la burbuja tecnológica propició una política monetaria laxa de bajos tipos de interés que tuvieron un poderoso efecto en la inversión y en el consumo, alentando un endeudamiento que era parcialmente financiado por la inflación. Añadida y paradójicamente los superávit de Balanza de Pagos de los países en desarrollo financiaban el déficit del ahorro occidental. El ciclo alcista alentaba la agresividad del sector financiero que no solamente rebajaba el nivel de exigencia crediticia sino que lo promovía. El boom inmobiliario desataba el optimismo. Como justificaba un líder destronado de Wall Street, “nadie osaba dejar de bailar mientras siguiese sonando la música”.

El proceso de titulización de préstamos hipotecarios de dudosa solvencia y la especulación incontrolada en derivados, en particular en los llamados “Credit Default Swaps”, fueron las dos ultimas gotas de agua que harían desbordar el vaso de un modelo excéntrico e insostenible.

2. Un modelo inviable. Resumiendo, la economía conformaba un modelo explosivo que poseía los siguientes ingredientes y características:

  • Un marco general macroeconómico benigno e inspirado por una notable liberalización financiera que otorga al mercado la capacidad de dictaminar eficientemente el valor de cualquier producto, opaco o no, que se circularice.
  • Existencia de un mercado inmobiliario exuberante(Burbuja inmobiliaria).
  • Ausencia de un adecuado control por parte de las autoridades prudenciales sobre el sector financiero. Los reguladores confiaban en exceso en la habilidad de las instituciones financieras para gestionar el riesgo y autorregularse.
  • Exhuberancia de liquidez con tipos de interés reales muy bajos y en ocasiones negativos. El cambio de tendencia se inicia en 2004 y los tipos situados al 1% se elevan hasta el 5,25% a mediados del 2006.
  • Apalancamiento (endeudamiento) generalizado de las Instituciones financieras no comerciales.
  • Conducta ambigua y confusa de las Agencias de ratings o calificación en relación a la calidad de los activos
  • Sobreendeudamiento de familias y empresas en relación a sus rentas presentes jugando con el efecto riqueza (Inmobiliaria y Bolsa).
  • Distorsión generalizada de la percepción del riesgo.
  • Ambigua influencia de los elementos prudenciales, sobre todo de Basilea 2 y las International Accounting Standard en la aplicación del “fair value” a los que se acusa de prociclicidad
  • Innovación irresponsable. Gigantesca masa de derivados financieros instalados y distribuidos en Vehículos especiales, con activos subyacentes de dudosa calidad.
  • Consagración del modelo “originar para distribuir”. Traslación del riesgo desde el balance de los Bancos a lo largo y ancho del globo.

El estallido de la burbuja inmobiliaria, y la globalización producen la pandemia y el pánico generalizado.

A partir de ahí la crisis financiera, a través del Credit Crunch que restringe el crédito y lo hace mas caro, se transforma en una crisis de la economía real. Y lo que es más importante de todo, los consumidores y las empresas del mundo entero pierden la confianza. Unido a esto se halla el desfavorable “efecto riqueza” congruente con la caída del valor de las bolsas y del stock inmobiliario. Como resultado de todo lo anterior, el consumo privado se colapsa, la inversión se hunde y el desempleo, el identificador último y cruento de una crisis capitalista, crece rápidamente.

3. La Crisis y el Sur. Mientras que los gobiernos de los países ricos gastan billones de dólares en rescatar a bancos y especuladores, un tercio de los hombres y mujeres del planeta viviendo en una pobreza absoluta serán los claros perdedores de la crisis financiera.

La deslocalización financiera, la rebaja del proteccionismo y la eliminación de fronteras junto a la revolución digital han modificado el paradigma de las relaciones y proporciones mundiales. El mundo actúa en sincronía. Algo que no sucedió en 2001 cuando la economía USA se ralentizó dramáticamente y sin embargo, países como China o la India crecían con vigor, y que fue aun más perceptible en las recesiones de 1991 y 1982, donde las correlaciones entre el gigante americano y el resto del mundo fueron sensiblemente menores.

Según el IMF World Economic Outlook Report, cada disminución del crecimiento mundial de un punto porcentual conducirá a una disminución correlativa del 0,5% del PNB en África. La crisis ha agregado entre 60 y 100 millones de personas a la bolsa de la pobreza extrema. Naciones Unidas estima que por primera vez en más de 70 años, el producto mundial decrecerá en 2009 y el crecimiento económico en los países en desarrollo se ralentizará hasta una tasa del 2.7 por ciento. Aunque siga siendo positiva, reducir en 4 puntos su tasa de crecimiento, algo más de la mitad de la velocidad de crucero de los últimos cinco años es una catástrofe sin precedentes. El Producto de África caerá desde el 5,1 al 0,1% en 2009. El mensaje que se esconde detrás de estas cifras es que los señores de las finanzas han corrompido el orden mundial y han contagiado su crisis a los países del sur.

En principio hubiera podido suponerse que los sistemas bancarios de los países en desarrollo estaban blindados frente a bonos titulizados, derivados, y otros artefactos financieros de carga retardada. Y así era, en efecto. Pero a través de una serie de mecanismos y procesos, el Sur ha enfermado del mal occidental.

Citemos algunas de las principales causas de transmisión de la crisis desde el norte al Sur.

a) Los inversores de los países desarrollados, fundamentalmente las grandes corporaciones transnacionales, han retirado fondos del sur para reducir su nivel de apalancamiento financiero, buscando simultáneamente refugio en monedas más fuertes que las locales. Ello ha provocado una congelación de la Inversión extranjera directa o aun su repatriación lo que obliga a estos países a mantener una estructura de tipos de interés muy altos con las consecuencias que ello acarrea para el consumo y la inversión domestica.

b) Una segunda causa se sitúa en las dificultades crecientes de refinanciación de la deuda a tipos razonables, y la restricción del crédito. La mayoría de los Bancos occidentales han reducido drásticamente la actividad crediticia, directamente o a través de sus filiales en los países del sur.

c) En el corazón de la crisis del sur se sitúa obviamente la menor demanda occidental que se traduce en disminución de sus exportaciones. El comercio mundial ha decrecido en un porcentaje superior a los dos dígitos. El componente externo de la demanda tiene un efecto en vena sobre la perdida de producción y el desempleo. El modelo de crecimiento del sur basado en la variable exportaciones exhibe su flanco más vulnerable.

d) Remesas de emigrantes. Las remesas a los países en desarrollo están disminuyendo de forma significativa. Los ingresos derivados de este concepto para los países subsaharianos podrían declinar entre el 4,4% y el 7,9% según el Banco Mundial.

e) Deterioro del tipo de cambio. Para la mayoría de los países en desarrollo, la evolución del dólar tiene una enorme incidencia. En particular, las monedas de los países exportadores de materias primas han caído drásticamente con respecto al dólar en la segunda mitad de 2008. Todo depende ahora de cómo se equilibre el nuevo escenario. El reciente aumento del ahorro registrado en EEUU tiene su contrapartida en el sur, donde los países padecen déficit importantes por cuenta corriente, no pueden renunciar a atraer capitales e inversiones, por lo que actúan, como se ha dicho, sobre los tipos de interés, intercalando devaluaciones transitorias, todo lo cual produce tensiones inflacionistas que inciden en sus variables básicas y en el coste del servicio y devolución de su cuantiosa deuda exterior.

f) La incidencia de los precios de las materias primas, distinta según la estructura de cada país. Los precios de los bienes primarios han estado sujetos a una altísima volatilidad en 2008 cerrando la tendencia alcista que empezó en 2003. La trayectoria de los países que exportan productos con altas elasticidades-renta y/o elasticidades precio merece una especial atención. Países como Zambia, los del área del Caribe o de África del norte quedarán seriamente afectados.

g) Finalmente cabe citar las desfavorables perspectivas que acechan a la Ayuda Oficial recibida de la OCDE.

4. Crisis Global: Una enfermedad y varias terapias.

4.1. La terapia occidental para abordar la enfermedad mas grave del sistema financiero desde la gran depresión se centra en dos protocolos perfectamente diferenciados. El primero consiste lisa y llanamente en apagar el incendio y se refiere a las acciones de choque a muy corto plazo de política económica, monetaria, fiscal, y otras, con el ánimo de estimular la demanda, combatir la recesión y restablecer los niveles de consumo, inversión y exportación congruentes con un empleo próximo al del PNB potencial.

Las medidas de choque tienen como objetivo detener la sangría de una economía gravemente enferma y evitar una catástrofe mayor. Pero no impiden que las mismas fuerzas negativas que propiciaron la crisis puedan volver a resurgir, produciendo análogas consecuencias. Se impone por lo tanto una reflexión acerca de las terapias preventivas y cambios necesarios, para que el desastre padecido no vuelva a ocurrir.

Esta segunda línea de actuación es de naturaleza fundamentalmente estructural. Su acción correctiva y preventiva tiene en cuenta que los devastadores efectos de la crisis tienen su origen en diversas situaciones y condicionamientos de carácter sistémico y /o estructural y trata de apoyarse en los flancos débiles, enderezarlos y cambiar el curso futuro de la economía. La reforma del marco prudencial y de supervisión es uno de sus ejes mas consensuados, tarea a la que se han consagrado con diligencia los países ricos con iniciativas diversas.

Otro de los elementos claves es el rediseño de la gobernanza global. Pero a los organismos del Norte este aspecto solo les produce la más absoluta de las indiferencias.

El mayor alcance de las reformas estructurales viene dictado por una evidencia sistémica irrefutable: que la crisis en curso tiene unos efectos globales, responde a unos retos globales y exige en consecuencia unas respuestas globales, incluyendo a los países del sur, victimas inocentes y en ningún caso causantes de la crisis. Hasta la fecha, Occidente no parece haber asumido de buen grado este axioma, abordado tímidamente con las convocatorias del Grupo de los 20, muy lejos todavía del clamor de la comunidad de países expresado en la cumbre de Doha de diciembre de 2008, y en la aun mas reciente de Junio de 2009 en Nueva York, que reclama se afronte la terapia de la crisis de una manera democrática e inclusiva de todos los Países, también los del Sur.

4.2. La Cumbre de Londres del G20. El 2 de abril de 2009, los jefes de Gobierno del G20 a los que se sumaron los de Holanda y España celebraron su segunda reunión de acción global contra la crisis. Tal vez el hecho más significativo de esta reunión y de su predecesora en Washington, es el cambio cualitativo de interlocución. En alguna medida el G20 pudiera suplantar el protagonismo excluyente que en el pasado han monopolizado el G7 o el G8 para acometer los asuntos mas graves de la agenda económica mundial. Aun así, el entorno de decisión sigue resultando insuficiente. El G20 no es el marco adecuado para decidir como responder a la crisis actual. No tiene mandato o estatus jurídico, y su afiliación es exclusivista y falta de representatividad.

Por el contrario, la Carta fundacional de la Organización de Naciones Unidas, la mayor institución multilateral del planeta, define a esta como una asociación global de gobiernos que facilita la resolución de conflictos en asuntos como la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los problemas humanitarios y los derechos humanos. Como proyecto político supranacional goza de unos atributos inigualables: legítimo, democrático, inclusivo, moderno, crucial. Su órgano más representativo, la Asamblea General, asume el principio de la equivalencia soberana: un país, un voto. Miguel d’ Escotto, su Presidente, lo denomina el “G192” en alusión a sus 192 miembros, el único organismo internacional con legitimidad para resolver cambios que tengan un impacto global, porque todos los países están representados.

Desde la perspectiva de la comunicación la cumbre lo hizo bien: la Declaración de Líderes cifra en 1,1 billones el incremento de fondos para el sistema, que los periódicos airearon con profusión y que fue como el resumen de la conferencia. Del total de dicha cantidad, solamente cincuenta millardos ,un 5% se destinarán a “salvaguardar el desarrollo de los países de baja renta”, aunque el comunicado no especifica el periodo que alcanza el desembolso, ni como o con que criterio ha llegado a ella. Frente a esta realidad el hemisferio sur tiene vencimientos de deuda por valor de 1,4 billones de dólares en 2009.

5.- Inventario: Tres meses después de la celebración del G20 se demuestra que la estrategia elegida por el club de los selectos es la de estabilizar las economías occidentales, lo que acarrearía, en opinión de estos, y por inducción la estabilización del resto de economías del Planeta. La reacción occidental parece haber sido correcta para sus propios intereses, pero son medidas aplicadas según el patrón occidental.

¿Cuáles serían las claves para abordar el siempre aplazado despegue del Sur?

En teoría, caben tres escenarios en relación a las economías mas desfavorecidas:

a) El primero consiste en hacer poco o nada, que es de hecho la alternativa adoptada al margen de los grandes pronunciamientos, aunque el FMI haya habilitado algunos préstamos concesionales, de escasa condicionalidad para países económicamente viables.

b) El segundo asumiría la tesis de “volcarse en el Sur”, secundando la propuesta del economista Jefe del Banco Mundial de volcar un billón de dólares en el sur en los próximos cuatro años. Improbable en cuanto a su decisión, además de imposible en su viabilidad operativa.

c) Finalmente un tercer escenario dibuja las acciones largamente consensuadas en los foros de debate de las agendas del desarrollo, desde la Cumbre del Milenio, hasta la Declaración de Doha pasando por el consenso de Monterrey. O los deseos formulados en el documento final de la “La Conferencia de Naciones Unidas sobre la Crisis económica y financiera mundial y su impacto en el desarrollo” del 26 de Junio pasado.

6. ¿Cómo se articula la agenda del desarrollo? El índice clásico de lo que en el argot de la sociedad civil se denomina “la agenda del desarrollo” se contiene en los seis capítulos temáticos, coincidentes, del Consenso de Monterrey y de la Declaración de Doha. Algunas de las líneas directoras tienen algo o mucho que ver con la solidaridad y el apoyo dinerario de occidente. Otras por el contrario, son asignaturas especificas que los propios países en desarrollo están llamados a superar, aunque el marco Institucional y democrático internacional juegue un papel importante en su acompañamiento. Se trata de las seis acciones siguientes:

1.-Movilización de recursos financieros nacionales para el desarrollo

2.-Movilización de recursos internacionales para el desarrollo:

3. El Comercio Internacional como motor del desarrollo

4.-Aumento de la cooperación financiera y técnica

Internacional para el desarrollo

5. La Deuda externa

6.-Tratamiento de cuestiones sistémicas.

Abordar estas líneas directoras ocuparía muchas horas de exposición. Fijemos solamente algunas pautas de acción.

7.-Algunas pautas de acción:

· Instaurar una gobernanza domestica eficaz

· Atraer la inversión extranjera deseable

· Instaurar Estados creadores de capacidades

· Fomentar sistemas fiscales sostenibles y eficientes.

· Fomentar el libre comercio: Comercio y Proteccionismo.

· Reformar la gobernanza global, en especial la de las IFIs.

7.1.-Instaurar una gobernanza domestica suficiente.

La “buena gobernanza” es un fin en si mismo y no un medio para algo, ni siquiera para el desarrollo, pero en teoría con ella se reputa que puede mejorarse la eficiencia transaccional del mercado y de la acción social y política.

Se trata de un conjunto de condiciones institucionales deseables, que se sitúan en torno a los siguientes enunciados:

· Bajo nivel de corrupción

· Imperio de la ley con unos sistemas legales eficientes.

· Derechos de propiedad estables

· Entorno de alternativas de trabajo y actividad empresarial y comercial viables en el limite de la legalidad

· Vitalidad de las Instituciones sobre las personas

· Sistema político democrático donde los Gobiernos deben rendir cuentas a los votantes ante los que son responsables

La práctica de la corrupción, que es el modelo alterativo de una buena gobernanza, invalida la acción de la ayuda y la revierte a intereses personales o lo desvía a otros espurios o contrarios al espíritu de la acción solidaria. En los países en desarrollo, se estima que un billón de dólares de origen ilícito se desvía a centros de fiscalidad opaca en terceros países a través de este sistema, constituyendo la condición económica más dañina para el pobre, socavando el alivio de la pobreza y retrasando su crecimiento sostenible. En su conjunto, como magnitud stock histórica, Tax Justice Network (2008) calcula que los activos mantenidos en los Paraísos fiscales con este origen suman unos 11,5 billones de dólares. La corrupción personal y/o institucional es sin duda el mayor obstáculo para la promoción del desarrollo de los países mas desfavorecidos.

Los esfuerzos para la creación de capacidades, y por lo tanto de unas bases eficaces de asignación economica, están asociados al Concepto de Estado y al desarrollo de la dimensión Institucional. El modelo alternativo deseable se decanta por un Estado de “transformación social” con unas funciones más críticas que las de simple proveedor de servicios, como son la mutación beligerante de sociedades precapitalistas y preindustriales, con personalidad propia, en unas sociedades de mercado industriales y eficientes.

7.2.La Inversión Directa extranjera (IDE). La Inversión directa extranjera (IDE) es una fuente prioritaria de financiación para los países más pobres. En 2006 la IDE sumó un importe equivalente al 15% de la formación bruta de capital de dichos países. En el caso de África representó el 23%. Con todo, los países en desarrollo acogen una parte irrisoria del total de la IDE, aproximadamente el 1% del total mundial. En su consecuencia la Inversión extranjera podría y debería jugar un papel sensiblemente más importante en estos países.

Sin embargo, la orientación actual de la IDE es meramente mercantilista y obviamente está mucho menos orientada a la ayuda, capacitación y desarrollo del sur que a la obtención de un beneficio para su titular, extremo obvio dentro de un determinado entorno, pero que en la mayoría de las veces tiende a la exacerbación. Resta todavía por abordar un enfoque holístico de la inversión directa que incluya los aspectos sociales del desarrollo y la transferencia sostenible de tecnología, conciliada con los principios de transparencia, y el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente. La historia de la IDE está asociada a una actuación contaminante y devastadora de los recursos naturales que reclaman acciones de promoción, particularmente en retos derivados del cambio climático.

Es necesario que Naciones Unidas regule la actividad inversora de las ETN fundamentalmente en materia de responsabilidad social corporativa y en línea con la declaración tripartita de la Organización Internacional del Trabajo. En esta línea el Banco Mundial debería revisar su informe anual “Doing Business Report” y conciliarlo con los enunciados de aquella organización en su “Agenda para un trabajo digno”.

Con todo, las diseconomías más críticas de la inversión extranjera transnacional se citan en el siguiente apartado.

7.3. Sistemas fiscales sostenibles y eficientes. Un sistema fiscal eficiente es el tema más central al ámbito del desarrollo.

La exacción de rentas derivadas de impuestos debe ser el principal cauce de financiación directa de los Estados al tiempo que constituye el instrumento por medio del cual particulares y empresas contribuyen al bienestar común en un Estado democrático de derecho, justo y solidario. Los esfuerzos para mejorar el rendimiento fiscal deben centrarse en ampliar la base imponible, simplificar la estructura de impuestos y promover una más efectiva distribución de las rentas. La política fiscal debe aspirar a integrar la economía sumergida en la economía formal, abierta, transparente y responsable, como reflejo de la gobernanza del sector publico.

De hecho, en los países en vías de desarrollo, la movilización y uso de los recursos nacionales se encuentran inmersos en un ineficiente sistema fiscal acompañado de elusión y evasión de impuestos así como de una corriente incontrolada de fuga de capitales con ciertas connotaciones entre las que cabe citar las que siguen.

El primer aspecto tiene que ver con el letargo institucional, y con el “moral hazard” que determinadas ayudas del norte puedan provocar como alternativa a la acción siempre menos popular de la actividad recaudatoria.

Otro segundo se refiere a la liberalización de los movimientos de capitales que provoca su falta de trazabilidad. Esta situación dificulta el gravamen de los capitales y sus flujos internacionales tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, si bien es en los primeros donde tiene una mayor incidencia recaudatoria. Ya se han citado las cifras anuales de evasión al exterior. Se calcula que la repercusión final en cuota supera los 50 millardos de dólares año.

La llamada “carrera al abismo” se origina por la competencia establecida entre los distintos países del sur para atraer a los inversionistas extranjeros a través de toda clase de beneficios, incentivos y vacaciones fiscales. Las empresas transnacionales (ETN) se aprovechan de ello para minimizar el pago local de sus impuestos, sin consideración alguna a la cifra relativa de negocios y con la consiguiente disminución recaudatoria del impuesto de sociedades, lo que obliga a los gobiernos a recortar el gasto público o aumentar otros impuestos, sobre todo los impuestos al consumo de marcado carácter regresivo.

Además de beneficiarse de la competencia fiscal entre países, las ETN desarrollan habitualmente una compleja práctica de precios de transferencia sesgados, bien operando sobre precios de los inputs obligando a la filial a adquirirlos a valor superior a mercado, o comprando sus outputs a precios inferiores al mercado o simplemente repercutiendo gastos exorbitados de la casa matriz en sus filiales del sur. La finalidad no es otra que reducir los beneficios de dichas filiales y aflorar la totalidad de los resultados de la matriz en un Centro financiero de fiscalidad baja o nula. La falsificación de las estructuras de precios constituye una importantísima vía de elusión de impuestos, legal en ocasiones aunque injustificable, para los países del sur.

En el corazón de la presente crisis mundial se sitúa la falta de transparencia del sistema financiero global. Es el producto final de media centuria de creación y expansión de estructuras financieras en la sombra incluidos los paraísos fiscales, las jurisdicciones secretas, las corporaciones camufladas, las cuentas fiduciarias anónimas y las falsas fundaciones. Algunas estimaciones apuntan a que hasta el 50% del comercio global y de los movimientos de capitales atraviesan en algún momento el sistema financiero en la sombra.

Las instituciones financieras internacionales, FMI y WB, frecuentemente orientan y aun imponen a los países en desarrollo orientaciones hacia la liberalización del comercio, la eliminación de los controles de cambio, las exenciones fiscales para los inversores extranjeros y en general políticas fiscales laxas. Tales políticas detraen los recursos necesarios para financiar el gasto público en salud, educación, u otras necesidades perentorias. La liberalización del comercio resta asimismo recursos fiscales recaudados bajo la forma de aranceles o tasas. A fin de compensar los ingresos perdidos, la presión fiscal se dirige a bases tributarias menos móviles, bien sea por medio de la imposición indirecta y regresiva del consumo o por la tributación sobre las rentas del trabajo.

La comunidad internacional ha adoptado un numero de iniciativas que es necesario reforzar en algunos casos y en otros exigen un cambio cualitativo de funcionamiento, mediante la promoción de niveles de mayor ejecutividad o modificando sus esferas de influencia y presión internacional. Entre ellas se encuentran el Comité de expertos de Naciones Unidas para la cooperación internacional en materia fiscal (UN Tax Committee), la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en 2005, la Estrategia de Gobernanza y Anticorrupción del Banco Mundial, y el lanzamiento en septiembre de 2007 de la iniciativa de Recuperación de Activos Robados (StAR) por el Banco Mundial y la ONU. A nivel de la OCDE, existen varios órganos e iniciativas tales como el Comité de Asuntos Fiscales, el Centro de Política y Administración Fiscal, y el Foro Global sobre Prácticas Tributarias. El GAFI/FATF (Grupo de Acción Financiera), ha producido unas recomendaciones iniciales aunque insuficientes en materia de prevención del blanqueo de dinero.

En Londres los líderes del G20 acordaron “adoptar acciones contra jurisdicciones no cooperativas, incluidos los paraísos fiscales. Pero se trata de un juego de niños muy alejado del principio de intercambio de información fiscal. Sus estándares se basan en que la información se entrega solamente, y con condiciones, a petición de parte interesada. La experiencia ha demostrado la ineficacia de este método. Jersey, un paraíso fiscal bien conocido, mantiene un acuerdo bilateral con EEUU desde 2001, y solamente ha atendido en el periodo citado a seis peticiones puntuales de información.

En especial no se ha prestado ningún apoyo a la reclamación que mas afecta a los países en desarrollo en relación a una actividad lícita aunque reprobable como es la de manipulación contable de los precios de transferencia.

Las medidas que ha anunciado el G20 contribuirán muy poco en favor del retorno de miles de millones de euros que han sido trasladados legal o ilegalmente desde los países en desarrollo hasta los centros de baja fiscalidad.

7.4.-Comercio y Proteccionismo.

El párrafo 22 de la Declaración de líderes del G20 refuerza sus declaraciones en relación a esta materia. Pero simultáneamente, la publicación de un informe del Banco Mundial delataba que 17 de los 20 participantes en la anterior reunión del G20 en Washington habían adoptado medidas proteccionistas que en aquella ocasión prometieron no emprender. A pesar de ello los países participantes han vuelto sobre sus compromisos incumplidos con las misma candidez y rotundidad de meses atrás.

Es de significar que el llamamiento no reconoce la necesaria bipolaridad del proteccionismo, cuando por necesidades mayores deba ser aplicado discrecional y discriminatoriamente a favor de los países en desarrollo. Es absolutamente comprensible que los países menos desarrollados, en el epicentro de las actuales crisis, precisen un espacio político que les permita desarrollar sus industrias y proteger a sus agriculturas por medio de una adecuada combinación de aranceles y susidios, algo a lo que Occidente nunca ha estado dispuesta a renunciar.

La Declaración de Doha vuelve a reclamar urgentemente (p32) el remate de la Ronda de negociaciones comerciales multilaterales que se encuentran detenidas sine die. Este es quizá el mayor contratiempo que pueda advertirse en la actualidad en la agenda del desarrollo. Los países empobrecidos apenas han incrementado su participación en un 0,38% en el conjunto de los intercambios comerciales globales, mientras que, simultáneamente, los países de la OCDE han dedicado a subsidios alrededor de 363 millardos de dólares en 2008, mas de tres veces el importe destinado a AOD. Las políticas de subsidios y otras formas de proteccionismo deben someterse a un marco multilateral que discrimine a favor de los más países más pobres y no en su contra.

Por otra parte, la liberalización del comercio no debiera abordarse indiscriminadamente si tiene la potencialidad de impactar negativamente en el empleo, lesionando sectores vulnerables y amenazando el desarrollo industrial de los países pobres. Debe ser coherente con el objetivo general de la redistribución de la riqueza, el empleo digno, la igualdad de género y la apropiación democrática y participativa.

7.5..-Reforma de la misión y Gobernanza Global de las IFIS.

Aunque el FMI, al que se ha prometido entregar un cheque en blanco cercano al billón de dólares, es el gran beneficiario del acuerdo del G20, poco progreso se prevé en torno a la aclamada reforma de su gobernanza. Algo similar puede afirmarse del resto de IFIs, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

El FMI posee una gigantesca estructura técnica y humana y con la capitalización actual está estratégicamente situado para financiar masivamente a la economía mundial, incluidos los países en desarrollo. Pero estos no pueden evitar sentir un profundo recelo ante la Institución de Bretton Woods ya que el Fondo se ha ganado a pulso una reputación negativa a base de imponer políticas adversas a sus intereses, las conocidas como representativas del Consenso de Washington, en flagrante desaire y contraposición a las acciones de rescate fiscal acometidas por los países del centro para resolver y atajar sus propios problemas. Esta realidad incontestable llevó hace dos años al FMI a la bancarrota.

La Sociedad civil aspira a una representación cercana a la paritaria de los países en desarrollo en dichas instituciones. Téngase en cuenta que, en la actualidad, China tiene los mismos votos que Bélgica u Holanda. Un ejemplo de la desacreditada estructura de gobernanza del FMI se concreta en el hecho de que tras siete años de discusiones internas de un sistema de gobernanza que databa de 1940 se ha llegado a trasladar el 2,7 de porcentaje de voto desde los países centrales hacia los países en desarrollo. En el Banco Mundial todavía no ha habido decisiones al respecto. Igual razonamiento se hace extensivo a la asignación de cuotas en las instituciones.

En algún momento todas estas cuestiones tendrán que pormenorizarse: la renuncia al veto por parte de EEUU, la cesión de algunas de las sillas que la Unión Europea ocupa en la Comisión Ejecutiva a favor de los países en desarrollo, o la supresión de las políticas de condicionalidad, se apuntan como objetivos prioritarios. La introducción del sistema de doble votación, por país y por cuota, es otra de las reivindicaciones del sur.

En la reciente conferencia de Junio de Naciones Unidas, en Nueva York, Estados Unidos y la UE han bloqueado cualquier intento en este sentido. Ni siquiera las propuestas de la Comisión Stiglitz han logrado prosperar. Como la relativa a la creación de un Consejo de Coordinación económica Global, en el que Jefes de Estado y de Gobierno comparezcan periódicamente para evaluar el desarrollo y proveer de liderazgo en materias económicas, sociales y ecológicas, representando una alternativa democrática al G 20.

El corolario particular es que para salir de su crisis secular, el Sur precisa reconocer el sonido de su voz en las Instituciones, sentir la capacidad de decisión en materias globales en las que la mayoría de las veces es simple afectado sin capacidad alguna de reacción o maniobra.

8.-Reflexiones finales. En este contexto de legitimidad entre los clubs privados de los poderosos y las instituciones universales y representativas como es el caso de las IFIs y en mayor medida de la Organización de Naciones Unidas se sitúa el papel de la representación democrática del Sur. Resulta que en el norte, pero sobre todo en el sur, los mismos ciudadanos que acusan los fallos del mercado en forma de paro y pobreza constatan atónitos que se vuelve a recurrir a las mismas recetas para salir de los mismos problemas endémicos y recurrentes, con el agravante de hurtarles el uso de la palabra. Para el Nobel Joseph Stiglitz, esta crisis ha incidido negativamente sobre los valores democráticos mas que cualquier dictadura de épocas recientes

El gran ganador de la feria de las reformas, además del propio G20 ha sido el FMI que ha recibido un incremento masivo de fondos y por tanto de influencia. El gran perdedor es Naciones Unidas. Es el foro representativo de todas las naciones, pero su papel queda eclipsado por el G20.

Junto a ello cabe la reflexión de que quizás, no estamos ante una crisis en el sistema, sino del sistema. El concepto distancia ha muerto y la globalización ya no es una abstracción filosófica sobre la que quepa discutir. La esencia de la globalización tiene que ser la cooperación reforzada. No será posible construir una nueva arquitectura financiera global sin incluir permanentemente las voces de los pobres, 61 países, dos mil quinientas millones de personas, en las instituciones globales básicas. El propio comunicado reconoce en su segundo párrafo que una crisis global requiere una solución global, pero en ningún lugar reconoce la necesidad de un proceso global de decisión. Los miembros del G20, han tomado la determinación, como ya lo hicieran en Washington, de que son ellos, y ellos solos, los que deben determinar el curso futuro de la economía global y que el modelo que resulte, esté diseñado para proteger sus intereses financieros, políticos y de todo orden, con pequeños gestos de condescendencia puntual hacia el resto del mundo.

Después de todo en Londres ha quedado patente que no se desea diseñar un nuevo Bretton Woods. Tal vez haya espacio y viabilidad para el camino trazado. Pero el sistema que tenemos es sesgado y los retornos asimétricos. Hemos construido una economía global que excluye a la mitad del planeta. Marginamos la capacidad productiva de tres mil millones de personas que viven con menos de dos dólares al día. Orillándolas les privamos de los ingresos que necesitan desesperadamente para comprar los propios productos de occidente, lo que por puro egoísmo debiera estimularnos a la acción. Sometiéndolos al olvido los consignamos a la enfermedad, el analfabetismo y el conflicto. Como ha dicho recientemente Bob Geldorf “la primera tarea del G20 y del mundo occidental debe ser traer a las economías periféricas y a sus gentes hasta el centro”.

El presente texto constituye la ponencia presentada en Los Cursos de Verano de la UPV/EHU, el día 7 de julio de 2009, en el Seminario G2:Crisis en Europa.



[1] Esta presentación se apoya y en algunos casos reproduce pasajes de la publicación inédita del autor: Crisis Global y Financiación del Desarrollo: De Monterrey a Doha. Instituto de Derechos humanos. Universidad de Deusto. 2009.

domingo, 5 de julio de 2009

La otra cara de Naciones Unidas. (El Correo 05.07.09)

La otra cara de Naciones Unidas.

Manfred Nolte

La Carta fundacional de la Organización de Naciones Unidas, la mayor institución multilateral del planeta, define a esta como una asociación global de gobiernos que facilita la resolución de conflictos en asuntos como la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los problemas humanitarios y los derechos humanos.

Como proyecto político supranacional goza de unos atributos inigualables: legítimo, democrático, inclusivo, moderno, crucial. Su órgano más representativo, la Asamblea General, asume el principio de la equivalencia soberana: un país, un voto. Miguel d’ Escotto, su Presidente, lo denomina el “G192” en alusión a sus 192 miembros, el único organismo internacional con legitimidad para resolver cambios que tengan un impacto global, porque todos los países están representados.

Visto así podría parecer que prefigura el mejor de los escenarios de cooperación. Nada mas alejado de la realidad.

Del 24 al 26 de junio pasado, altos representantes de la Organización acudían en Nueva York a una cita especial: “La Conferencia de Naciones Unidas sobre la Crisis económica y financiera mundial y su impacto en el desarrollo”. La carga emocional del encuentro era indisimulada. Se trataba de dirimir la titularidad institucional disputada por dos contendientes en torno a un tema crítico: la crisis global.

El conflicto arrancaba meses atrás. La incidencia de la recesión mundial en el desarrollo del sur y las medidas para su superación constituían ejes centrales de la agenda de DOHA, la cumbre de Naciones Unidas celebrada a finales de Noviembre de 2008, para revisar el desarrollo de los compromisos de Monterrey. En aquella ocasión, el entonces presidente Bush abrió la contienda convocando quince días antes al G20 en Washington, con idéntico orden del día. La seña era inequívoca: Occidente reservaba el tratamiento de la crisis para el círculo restringido de uno de sus clubs privados . Como añadido, ningún jefe de estado del G20, con la sola excepción de Sarkozy, comparecería en la cumbre de Doha. Tampoco lo harían los máximos mandatarios del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional.

La “Declaración de Doha”, un documento arrancado al consenso tras debates de la máxima tensión, se cerró con una mención de compromiso: Se atribuía unánimemente a Naciones Unidas, en un plazo inmediato, la iniciativa de una cumbre monográfica en la que se abordaría el tema de la Crisis y su impacto en el desarrollo.

Pero frecuentemente, la retórica se acompaña mal de los hechos. La segunda cumbre del G20 en Londres consolidó el protagonismo del club de los poderosos. La de Naciones Unidas ha sido un mero calco de lo acontecido en Doha. Ni un solo jefe de Estado de la OCDE entre los comparecientes. Tampoco los mandatarios de las Instituciones de Bretton Woods. Y un texto final, descafeinado, réplica del de la Declaración de Doha, donde las propuestas reformadoras de las ponencias oficiales acerca de la ayuda, la gobernanza multilateral, el comercio o la transparencia fiscal quedan relegadas a un ultimo capítulo de estudios, recomendaciones, exámenes, revisiones y otras consideraciones de rigor.

Estados Unidos y la UE han bloqueado cualquier intento de enmienda o de mejora. Ni siquiera las propuestas de la Comisión Stiglitz han logrado prosperar. Como aquella relativa a la creación de un “Consejo de Coordinación economica Global”, en el que Jefes de Estado y de Gobierno comparezcan periódicamente para evaluar el desarrollo y proveer de liderazgo en materias económicas, sociales y ecológicas, representando una alternativa democrática al G20.

Proposiciones aparte, la reflexión mas audaz de Stiglitz se sitúa en el terreno de la calidad de la democracia. En el norte, pero sobre todo en el sur, los mismos ciudadanos que acusan los fallos del mercado en forma de paro y pobreza constatan atónitos que se vuelve a recurrir a las mismas recetas para salir de los mismos problemas endémicos y recurrentes, con el agravante de hurtarles el uso de la palabra. Para el Nobel norteamericano, esta crisis ha incidido sobre los valores democráticos mas que cualquier dictadura de épocas recientes.

Pero una vez más la moraleja de esta historia de pesadilla y terror es el fariseísmo reinante en la geopolítica institucional. Naciones Unidas es un velatorio político, una falsa ventanilla sin interlocutor, ante la que forman cola los países sin representación, y donde nunca se anuncia su turno. Cientos de millones de personas alrededor del globo que no tienen otro foro en el que expresar sus perspectivas singulares y a menudo divergentes, asistiendo inermes a una nueva forma de dominación institucional.