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lunes, 28 de diciembre de 2009

Zapatero y la agenda europea de la cooperación. (Sal Terrae, Diciembre de 2009)

Zapatero y la agenda europea de cooperación.

Manfred Nolte[1]

La Presidencia de turno de la Unión Europea (UE) que desempeñará José Luis Rodríguez Zapatero a partir del 1 de Enero próximo, ocurre en un momento en el que la inercia derivada de la firma del Tratado de Lisboa conduce endogámicamente a cerrar su propia arquitectura institucional y a colmar, quizá, las lagunas geográficas de una Europa inconclusa.

Aunque el mandatario español no haya dado pista alguna acerca de su programa social al asumir el liderazgo del viejo continente, esbozaremos algunas ideas-fuerza en el ámbito de la cooperación, necesariamente selectivas y taquigráficas, que una Presidencia medianamente sensibilizada estaría obligada a promover.

Para comenzar, el saneamiento del sistema financiero, cuajado aún de incertidumbres, constituye una condición previa e inexcusable. Reglas que garanticen el juego limpio, pongan fin al descontrol e instauren un renovado modelo de supervisión bancaria que contará –entre otras- con la resistencia numantina de Londres y que debe ir mucho mas allá de las tímidas medidas esbozadas (Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos) hasta el presente. La Banca aburrida de siempre al servicio de la economía real.

Las políticas de gasto deberán seguir activando el rescate de la economía y contener la creciente plaga sistémica de la primera década del milenio: el paro y la pobreza. La precariedad no es un tema ajeno a la Unión. En su seno, casi 80 millones de personas viven en estado de extrema necesidad. Las tasas oscilan entre el 10% de la Republica Checa y más del 20% en Bulgaria, Latvia y Rumania.

Mas allá de los enclaves emergentes del Este se alza el “Muro de la Pobreza” como nos recuerda el Nobel Yunus. El liderazgo europeo es clave en la superación de la fragilidad de los pueblos del Sur. Más de la mitad del dinero que se destina en el mundo a ayudar a los países empobrecidos proviene de la UE y de sus estados miembros que son por ello el primer donante del mundo. En 2008, destinaron a este concepto 49.000 millones de euros, el 0,40% de su Producto Nacional Bruto (PNB). El objetivo es llegar a un 0,56% en 2010 y al 0,7% en 2015. Aún así, en casi un centenar de países los Objetivos de Desarrollo del Mileno(ODM) progresan con importantes retrasos consintiendo enormes costes en términos económicos humanos y sociales.

Las acciones europeas de cooperación no pueden limitarse a suministrar fondos para la adquisición de servicios de primera necesidad. La UE debe utilizar el arma del comercio para impulsar el desarrollo del Sur. En la medida en la que la economía inicia la senda de su recuperación, el énfasis debe colocarse mas allá de la simple superación de las medidas proteccionistas. En el plano mercantil, el Sur espera de Europa en 2010 la culminación de la Ronda de Doha, la reducción de los subsidios a la agricultura, la reformulación de los “acuerdos de asociación económica”(EPA)[2] en línea con los principios de Cotonou[3] y la activación de los programas de “ayuda para el comercio”(Aid for Trade) que ubique a la comunidad de países pobres en un régimen mas equitativo de acceso a los mercados de bienes.

En Noviembre de 2008 con ocasión de la Cumbre de Doha, la UE asumió que “la evasión de capitales, allí donde ocurre, es una traba de orden mayor para la movilización de los recursos domésticos para el desarrollo”. Pero a pesar de todo, cada año los países empobrecidos ven como las empresas multinacionales redireccionan sus beneficios hacia centros fiscales opacos, hurtando fondos a la sanidad, la educación o el medio ambiente. La Unión debe apoyar los esquemas de intercambio automático de información fiscal así como una normativa contable que promueva la imputación de beneficios de forma diferenciada a cada país. No es menor el provecho que para el freno de la corrupción supondría la abolición definitiva de sus numerosos paraísos fiscales.

En los próximos años hará falta dinero adicional, pero no separado de la opción transversal del desarrollo para preservar el “Bien Común” que nuestras emisiones de carbono están contribuyendo a destruir. La ya devaluada cumbre de Copenhague no consolidará lamentablemente las negociaciones climáticas y menos aún las urgentes acciones políticas previstas, entre ellas el consenso del nuevo Protocolo medioambiental que deberá sustituir al de Kyoto. Europa se ha comprometido al triple-20: reducir las emisiones en un 20% para el 2020 con una contribución de 20% de energías renovables. Pero hay que ir mucho mas allá profundizando en otras medidas como una resuelta protección forestal en los países en desarrollo o la introducción de una tasa sobre el comercio de emisiones

Tampoco puede permanecer indiferente la UE a las situaciones que el desamparo del Sur provoca en materia de seguridad. En un mundo interdependiente, cooperar al desarrollo es ya una cuestión de interés propio para asegurar la estabilidad y la prosperidad global. El resurgimiento de la piratería del Golfo de Aden está directamente vinculado a la inestabilidad y devastación que se registran en Somalia. Diariamente, miles de personas refugiadas huyen de países en conflicto buscando iniciar una vida más estable en otra parte del mundo.

La adopción del Tratado de Lisboa debe acelerar los movimientos para que Europa presente un solo rostro en las Instituciones Económicas Internacionales, con la profunda incidencia que ello produce sobre la Gobernanza global. Una voz y representación única cedería asientos a países emergentes y en desarrollo, contribuyendo a su mayoría de edad.

Valdría la pena asimismo que la UE sustentase en todo momento la legitimidad de Naciones Unidas como el máximo Foro de consenso entre Estados de todo el Planeta.

Para terminar, el Gobierno de Bruselas con Zapatero a su cabeza, podría patrocinar una vasta campaña mediática de concienciación social donde se presentase gráfica y reiteradamente al ciudadano de la Unión el escenario dantesco de la miseria del planeta.

Lula da Silva ha apuntado al hambre como “ese arma moderna de destrucción masiva”. Pero, mientras tanto, El 74% de los europeos –según el “Eurobarómetro 09”- nunca ha oído hablar de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”.

Y a Usted, amable lector, ¿qué le evoca ese enunciado?

Publicado en ‘Sal Terrae’ Diciembre 2009



[1] Manfred Nolte es colaborador de ALBOAN, ONG de desarrollo de la Compañía de Jesús en la Provincia de Loyola, que trabaja por la solidaridad entre los pueblos.

[2] Los EPA suponen la creación de un Area de Libre Comercio entre la UE(Union Europea) y el grupo de países ACP(Africa,Caribe y Pacífico)superando anteriores acuerdos bilaterales de carácter discriminatorio.

[3] Los acuerdos de COTONOU(Benin, 2000)suscritos entre los países ACP y la UE surgen con el objetivo específico de contribuir a la erradicación de la pobreza, al desarrollo sostenible y a la gradual integración de los primeros en la economía mundial.

domingo, 20 de diciembre de 2009

¿De verdad son eficientes los mercados? (El Correo 20.12.09)


Manfred Nolte

La admisión de una “segunda mejor alternativa” (“second best”) es un juicio inteligente a la vez que obligado. No acoge la propuesta por su perfección , lo que la confiere una conveniente modestia. Pero al mismo tiempo huye del inmovilismo asumiendo que otras alternativas son aun menos beneficiosas. El “second best” se acomete necesariamente por ser la acción válida menos mala.

Lo anterior puede aplicarse al perenne debate sobre la valoración del libre mercado. No es óptima aunque probadamente mejor que la de aquellas otras opciones que han propugnado hasta la fecha su derrocamiento y desguace. Aun así, ¿debemos rebajar la gravedad de los hechos y esquivar el reconocimiento general de que el sistema vigente necesita ser reinventado?

Veinte años después de la caída del muro de Berlín y el colapso del comunismo, el mundo camina rumbo a dos formas económicas de organización básicamente diferente: el capitalismo internacional y el capitalismo de estado. El primero, representado por los países occidentales está seriamente dañado y ha debido someterse a un intervencionismo espectacular tanto en el sector financiero con rescates directos y masivas inyecciones de liquidez, como en el real a través de descomunales programas de apoyo fiscal. El segundo, simbolizado por China, está simplemente al alza. Ambos navíos se cruzan silenciosamente en la noche.¿Existen pistas suficientes para intuir la resultante de estos movimientos tectónicos?

La crisis occidental ha puesto en evidencia la incapacidad del kit económico tradicional para interpretar la dinámica disruptiva del ciclo. Kenneth Rogoff en su reciente libro “Esta vez es diferente: Ocho siglos de locura financiera”, atribuye por partes iguales a la arrogancia y a la impotencia la causa de los cientos de crisis analizadas empíricamente en 66 países a lo largo de ochocientos años. Políticos y agentes económicos han ignorado una miríada de experiencias históricas reduciendo la realidad a unas recetas tan estéticas como inoperantes. Paul Krugman ha argumentado que “los economistas han confundido la belleza, encapsulada en unas matemáticas deslumbrantes, con la verdad”.

Durante décadas se ha sostenido el carácter equilibrante de los mercados. Si precios y salarios son totalmente flexibles, los recursos se situarán en su pleno empleo de tal manera que cualquier shock en el sistema ajustará inmediatamente ambas variables a la situación resultante.

La hipótesis de los “mercados eficientes”, según la cual estos valoran las transacciones en cada instante con total precisión, se ha desplomado como consecuencia de la crisis financiera. El propio Alan Greenspan, ex Presidente de la Reserva Federal ha confesado que frente a la trágica elocuencia de la realidad “todo mi edificio intelectual ha quedado derruido”.

Si los mercados son perfectamente eficientes-se argumenta-entonces los errores surgen de políticas económicas inadecuadas, visión manifiestamente contradictoria ya que si los participantes en el mercado son plenamente racionales y están perfectamente informados no podrán dejar de reaccionar ante la incapacidad o la imprudencia de los gobernantes.

La razón básica de la ineficiencia radica en la probada irracionalidad de los operadores y en la asimetría de la información. En particular, esto último atenta al código genético del capitalismo liberal donde, desde Adam Smith, la ausencia de posiciones dominantes es una de las reglas básicas de juego.

Precisamente la hipótesis en la que se asientan los pretendidos mercados eficientes es que todo el mundo posee una información perfecta y que, en consecuencia, los precios expresan certeramente el valor de los productos ofertados. Pero todos sabemos que a la hora de intercambiar bienes y servicios unos saben mas que otros y también tienen mas que ganar. En todo trueque la información es poder. Sin transparencia, la información organiza y acumula el privilegio .

Finalmente, si todas las personas fueran perfectamente racionales y los mercados totalmente eficientes se llegaría a la esperpéntica conclusión de que, en nuestro entorno actual, el desempleo es voluntario y la recesión deseable.

Rebajadas las excelencias del mercado, la “segunda mejor alternativa” parece caer por su propio peso: frente a ineficiencia, regulación. Frente a clubs de privilegios, reglas impuestas de juego.

Ello no debe evitar el rescatar viejas actitudes, como la de la moderación, huyendo de la diabólica ley del péndulo. No sea que erijamos en intérprete único de las acciones económicas a un Estado al que tan solo ayer reputábamos como el autor de todas los males, y hagamos peligrar, de rechazo, valores democráticos irrenunciables.

Una regulación excesiva puede estrangular el crecimiento global durante décadas pero si la regulación es laxa o inexistente, como lo ha sido en el pasado cercano, puede volver a incubar al monstruo que el sistema ha demostrado albergar en sus entrañas.

martes, 15 de diciembre de 2009

Paul Samuelson: In memoriam(15.12.09)


Paul A. Samuelson, el primer acreedor norteamericano al Nobel en la disciplina económica falleció el Domingo 13 de diciembre en Belmont, Massachusetts. Tenía 94 años. Su muerte fue anunciada por el MIT, el Instituto Tecnológico que él mismo encumbró al mas alto liderato de la investigación económica. Gozó de una vida densa y dilatada. La comunidad científica, la familia plural de la economía, lamenta profundamente su pérdida.

Uno de sus discípulos, el también Nobel Paul Krugman, señala que es difícil expresar exhaustivamente la grandeza del desaparecido. Otro de los galardonados por la academia sueca, Robert Lucas, manifestaba que Paul Samuelson ha realizado “enormes aportaciones” a la ciencia económica.”Era un gran hombre y un gran amigo”. Cuando los economistas “toman un trozo de papel para calcular o analizar algo, generalmente acuden a herramientas e ideas inspiradas en Paul Samuelson”, revela Robert M. Solow, otro laureado y colega del fallecido.

Cualquier economista justificaría toda una carrera profesional con tal de haber escrito un solo artículo , un documento que cambie fundamentalmente la manera de pensar de las personas, en un área o tema en particular. Samuelson escribió docenas de ellos. Desde el comercio internacional a las finanzas, la teoría del crecimiento o la especulación, cualquier sujeto de relevancia económica está referenciado a una publicación de Samuelson que marca un hito en la materia y queda inscrito en la agenda de estudio para generaciones de universitarios. Así lo entendieron y aplaudieron entre otros ilustres discípulos, premios Nobel como George A. Akerlof, Robert F.Engle III, Laurence R. Klein, Franco Modigliani, Robert C. Merton, Joseph Stiglitz y el ya mencionado Krugman.

A finales de los años 30, un estudiante defendía su tesis doctoral en la universidad de Harvard. Su trabajo apuntaba a nuevas tendencias, las de una joven generación de economistas que aplicaban técnicas matemáticas de programación lineal, calculo integral y topología algébrica a la ciencia económica consuetudinaria. Al término de su exposición, Joseph Schumpeter, uno de los miembros del tribunal examinador, sonrió a su colega de mesa Wassily Leontief lanzándole una pregunta: “Bien, Wassilly, ¿habremos aprobado nosotros?” El estudiante era Paul Samuelson que a la edad de 22 años había redactado sus “Fundamentos de análisis económico”.

Samuelson fue una gran economista teórico, pero también un agudo observador del mundo real, con la consistencia intelectual de quien traspasa los limites de la moda para erigirse en un interprete intemporal de los sucesos económicos. Como ecléctico envolvente, aunque se le distinga como fundador de la economía neoclásica moderna, su indisimulado rostro keynesiano no podía ocultar las limitaciones de la política monetaria clásica . En los años 80, la mayoría de los miembros de la comunidad académica asumían si pestañear los postulados de Friedman en el sentido de que una política monetaria agresiva hubiera podido prevenir la gran depresión y sería capaz de abortar otras futuras. Samuelson esgrimió sistemáticamente sus dudas al respecto. Solamente en 2002, Ben Bernake otorgó en nombre de la Reserva Federal la razón a las reticencias mostradas. “Gracias a Vd., no volveremos a repetirlo”. En la pagina 353 de su obra central, el libro de texto titulado “Curso de Economía Moderna”, Samuelson recuerda que las políticas monetarias expansivas, por sí solas, son incapaces de sacar a las economías de las crisis. Algo que los políticos del planeta ha asumido íntegramente para el rescate de la actual depresión.

El libro “Manual de Economía” publicado por primera vez en 1948 constituyó un best-seller durante mas de 30 años. Traducido a mas de 20 idiomas, mereció el siguiente panegírico de su autor : “No importa que otros redacten las leyes de la nación mientras puedan publicarse textos de economía”.

Asesor personal del Presidente Kennedy, preceptor e inspirador de su campaña presidencial no se dejó seducir por ningún cargo político que pusiera en peligro su independencia a la hora de expresar y escribir sus propias convicciones y creencias.

A pesar de una carrera repleta de reconocimientos sociales y académicos, Paul Samuelson practicaba y predicaba en su claustro universitario una profunda sencillez. El MIT ha sido famoso por su ambiente de colegialidad. A sus estudiantes repetía a intervalos la famosa frase de Churchill, aunque referida a la profesión económica: “tenemos muchas razones para ser humildes”.

Quien acaba de morir es el padre de la economía moderna. Con el desaparece el último generalista de una ciencia social marcada hoy por la hiperespecializacion. No habrá probablemente otro Samuelson. Quien quiera elevarse a su altura tendrá un inmenso camino por recorrer.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Finanzas contra Finanzas (El Correo, 06.12.09.)

En el “Best-Seller” mundial titulado “Espíritus animales”, su autor, el Nobel George Akerlof destaca a la confianza como uno de los espíritus primarios que promueven la actividad económica y sin la cual cualquier tentativa de reanimación del cuerpo social está condenada al fracaso.

Pues bien, el emplazamiento actual del sistema financiero no goza del imprescindible clima de credibilidad que permita favorecer una salida estable de la recesión.

Tres argumentos sustentan este enunciado.

De una parte, la cifra de entidades de crédito que sigue confrontándose a urgentes reestructuraciones cuando no a procedimientos de quiebra y liquidación: bancos de todas las tallas, en un goteo que parece no tener término, fruto en gran medida del aumento de una morosidad inducida por el derrumbe de la economía real. Por otra, la penosa evidencia del valor razonable de un gran número de activos bancarios, lejano al que aparece en sus libros y que está obligando a los supervisores a su segregación, en ocasiones en un “Banco malo” con apoyo o titularidad publica. Finalmente la tímida o inexistente expansión del crédito: no fluyen los fondos porque las entidades prosiguen su senda de desapalancamiento, en un marco generalizado de cautela y suspicacia tanto respecto de las empresas –Dubai World es el último exponente- como de sus colegas de profesión.

Los operadores financieros captan los depósitos de las economías domesticas y las redistribuyen en forma de créditos al mercado para financiar los proyectos de las empresas. El depositante traslada custodia y riesgo al banquero, quien las asume a cambio de una remuneración adecuada. Por esta triple razón de tutela, canalización dineraria e intermediación del riesgo, los mercados financieros son indispensables para la economía de mercado.

Pero esta conclusión de carácter general admite un amplio repertorio de posibilidades en la manera en la que el mercado rinde este servicio. Los atributos de unos bazares financieros descentralizados sujetos a cánones autoregulatorios han mostrado sobradamente a través de las gravísimas consecuencias de la crisis no jugar adecuadamente el papel neutral y equilibrante de la intermediación.

¿Qué rasgos deben acompañar a una reforma regulatoria que propicien el desarrollo de un sistema financiero mas seguro y estable?

Parecería comprensible –aunque desaconsejable- una reacción contundente, una respuesta de efecto boomerang que atenazase la musculatura del gigante financiero, impidiéndole nuevos movimientos de futuro. Ello podría ir acompañado de la correspondiente sanción pecuniaria, sea por culpabilidad o mera responsabilidad: “el que desestabiliza paga”.

Cada vez se escucha con mayor determinación al coro de voces que promueve esta segunda opción de la mano de una “tasa sobre las transacciones financieras”, creando así un vasto fondo de estabilización para cuyo destino se ofrecen por el momento variados postulados, muchos de ellos contradictorios.

Aparcando la irónica paradoja implícita en el hecho de que los equipos de expertos que aconsejan a reguladores y supervisores son aquellos mismos que han conducido al mercado a la debacle, las propuestas de reforma se adivinan entre dos extremos: uno que asfixie al sistema con sus excesos normativos abortando cualquier proceso de innovación y otro cuyos contornos sean tan tímidos y tardíos que dejen el marco inalterado una vez que la economía haya vuelto a su senda de crecimiento.

Las apocadas y embrionarias propuestas de reforma delineadas por el Consejo de Estabilidad Financiera se dirigen fundamentalmente a reforzar los requerimientos de capital de la entidades, articulando nuevos métodos que estimulen la diligencia del sistema de supervisión. Ello conjugado con la reforma de las prácticas de compensación, el aumento de la transparencia, los topes para el apalancamiento y el freno de la autonomía y el riesgo moral del que gozan pasmosamente las entidades “demasiado grandes para quebrar”. Finalmente se alude al refuerzo de la coordinación internacional, con ascendiente adecuado para la resolución de conflictos.

Todas ellas resultan coherentes con la superación de yerros pasados. Pero, sobre todas las cosas, y en ausencia de grandes manifestaciones de compunción, la reforma debería fortalecer un parámetro que agregue a la garantía sistémica una rotunda cobertura moral: la minuciosa segmentación de los productos bancarios en función de su valor social, favoreciendo aquellos cuyo valor sea alto y penalizando hasta su exclusión aquellos de dudoso o nulo valor para la economía real, los de una viscosa ingeniería financiera, que solo ha resultado de provecho para un sector significativo de la propia industria bancaria.

Se respira desconfianza dentro y en torno al sistema financiero porque frente al peligro de sobrereacción, mas bien, y lamentablemente, se observan escasos signos de progreso hacia una eficiente y armonizada iniciativa regulatoria, edificada responsablemente sobre un paisaje de equívocos de los que se pretende abjurar.