Lo que dice este operador de mercado, (trader) respecto de las posibilidades de obtener beneficios en un mercado bajista es cierto, como lo son sus juicios acerca del poder de determinados megabancos de inversión.
Pero cuando están en juego la estabilidad del sistema y la supervivencia de millones de ciudadanos, hay que reaccionar contra aquellos que no solo no crean con su innovación financiera valor social alguno sino que lo destruyen.
Es derecho y obligación de los poderes del Estado velar por los intereses de la mayoría y poner coto a quienes desafían y socavan las bases de una moral financiera de mínimos, promoviendo un sistema que nunca debió dejar de ser subsidiario y estar al servicio de la economía real.
Preguntar acerca de la legalidad de una determinada práctica es solo un requisito formal que obvia lo más trascendente de la relación de convivencia, a saber la justicia de esa legalidad sin la cual es solo una autorización abyecta, abominable.
Por eso, tipos como Alessio Rastani que han soñado durante años con la llegada de una crisis brutal como la presente para llevar a cabo sus estrategias lucrativas("he estado soñando con esto durante tres años. Tengo una confesión. Me voy a la cama cada noche y sueño con otra recesión, sueño con un momento como este"), deberían ser confinados a un centro de rehabilitación social y someterse a una terapia adecuada. Un contacto mudo y osmótico con aquellos miles de seres humanos que carecen de trabajo, padecen hambre y son víctimas de la enfermedad posiblemente haría estragos en esos principios perversos, que incomprensiblemente, siguen vigentes detrás de estructuras asépticas, de cuello blanco, de mera cuenta de resultados personal.
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