Paul A. Samuelson, el primer acreedor norteamericano al Nobel en la disciplina económica falleció el Domingo 13 de diciembre en Belmont, Massachusetts. Tenía 94 años. Su muerte fue anunciada por el MIT, el Instituto Tecnológico que él mismo encumbró al mas alto liderato de la investigación económica. Gozó de una vida densa y dilatada. La comunidad científica, la familia plural de la economía, lamenta profundamente su pérdida.
Uno de sus discípulos, el también Nobel Paul Krugman, señala que es difícil expresar exhaustivamente la grandeza del desaparecido. Otro de los galardonados por la academia sueca, Robert Lucas, manifestaba que Paul Samuelson ha realizado “enormes aportaciones” a la ciencia económica.”Era un gran hombre y un gran amigo”. Cuando los economistas “toman un trozo de papel para calcular o analizar algo, generalmente acuden a herramientas e ideas inspiradas en Paul Samuelson”, revela Robert M. Solow, otro laureado y colega del fallecido.
Cualquier economista justificaría toda una carrera profesional con tal de haber escrito un solo artículo , un documento que cambie fundamentalmente la manera de pensar de las personas, en un área o tema en particular. Samuelson escribió docenas de ellos. Desde el comercio internacional a las finanzas, la teoría del crecimiento o la especulación, cualquier sujeto de relevancia económica está referenciado a una publicación de Samuelson que marca un hito en la materia y queda inscrito en la agenda de estudio para generaciones de universitarios. Así lo entendieron y aplaudieron entre otros ilustres discípulos, premios Nobel como George A. Akerlof, Robert F.Engle III, Laurence R. Klein, Franco Modigliani, Robert C. Merton, Joseph Stiglitz y el ya mencionado Krugman.
A finales de los años 30, un estudiante defendía su tesis doctoral en la universidad de Harvard. Su trabajo apuntaba a nuevas tendencias, las de una joven generación de economistas que aplicaban técnicas matemáticas de programación lineal, calculo integral y topología algébrica a la ciencia económica consuetudinaria. Al término de su exposición, Joseph Schumpeter, uno de los miembros del tribunal examinador, sonrió a su colega de mesa Wassily Leontief lanzándole una pregunta: “Bien, Wassilly, ¿habremos aprobado nosotros?” El estudiante era Paul Samuelson que a la edad de 22 años había redactado sus “Fundamentos de análisis económico”.
Samuelson fue una gran economista teórico, pero también un agudo observador del mundo real, con la consistencia intelectual de quien traspasa los limites de la moda para erigirse en un interprete intemporal de los sucesos económicos. Como ecléctico envolvente, aunque se le distinga como fundador de la economía neoclásica moderna, su indisimulado rostro keynesiano no podía ocultar las limitaciones de la política monetaria clásica . En los años 80, la mayoría de los miembros de la comunidad académica asumían si pestañear los postulados de Friedman en el sentido de que una política monetaria agresiva hubiera podido prevenir la gran depresión y sería capaz de abortar otras futuras. Samuelson esgrimió sistemáticamente sus dudas al respecto. Solamente en 2002, Ben Bernake otorgó en nombre de la Reserva Federal la razón a las reticencias mostradas. “Gracias a Vd., no volveremos a repetirlo”. En la pagina 353 de su obra central, el libro de texto titulado “Curso de Economía Moderna”, Samuelson recuerda que las políticas monetarias expansivas, por sí solas, son incapaces de sacar a las economías de las crisis. Algo que los políticos del planeta ha asumido íntegramente para el rescate de la actual depresión.
El libro “Manual de Economía” publicado por primera vez en 1948 constituyó un best-seller durante mas de 30 años. Traducido a mas de 20 idiomas, mereció el siguiente panegírico de su autor : “No importa que otros redacten las leyes de la nación mientras puedan publicarse textos de economía”.
Asesor personal del Presidente Kennedy, preceptor e inspirador de su campaña presidencial no se dejó seducir por ningún cargo político que pusiera en peligro su independencia a la hora de expresar y escribir sus propias convicciones y creencias.
A pesar de una carrera repleta de reconocimientos sociales y académicos, Paul Samuelson practicaba y predicaba en su claustro universitario una profunda sencillez. El MIT ha sido famoso por su ambiente de colegialidad. A sus estudiantes repetía a intervalos la famosa frase de Churchill, aunque referida a la profesión económica: “tenemos muchas razones para ser humildes”.
Quien acaba de morir es el padre de la economía moderna. Con el desaparece el último generalista de una ciencia social marcada hoy por la hiperespecializacion. No habrá probablemente otro Samuelson. Quien quiera elevarse a su altura tendrá un inmenso camino por recorrer.
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