Zapatero y la agenda europea de cooperación.
Manfred Nolte[1]
La Presidencia de turno de la Unión Europea (UE) que desempeñará José Luis Rodríguez Zapatero a partir del 1 de Enero próximo, ocurre en un momento en el que la inercia derivada de la firma del Tratado de Lisboa conduce endogámicamente a cerrar su propia arquitectura institucional y a colmar, quizá, las lagunas geográficas de una Europa inconclusa.
Aunque el mandatario español no haya dado pista alguna acerca de su programa social al asumir el liderazgo del viejo continente, esbozaremos algunas ideas-fuerza en el ámbito de la cooperación, necesariamente selectivas y taquigráficas, que una Presidencia medianamente sensibilizada estaría obligada a promover.
Para comenzar, el saneamiento del sistema financiero, cuajado aún de incertidumbres, constituye una condición previa e inexcusable. Reglas que garanticen el juego limpio, pongan fin al descontrol e instauren un renovado modelo de supervisión bancaria que contará –entre otras- con la resistencia numantina de Londres y que debe ir mucho mas allá de las tímidas medidas esbozadas (Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos) hasta el presente. La Banca aburrida de siempre al servicio de la economía real.
Las políticas de gasto deberán seguir activando el rescate de la economía y contener la creciente plaga sistémica de la primera década del milenio: el paro y la pobreza. La precariedad no es un tema ajeno a la Unión. En su seno, casi 80 millones de personas viven en estado de extrema necesidad. Las tasas oscilan entre el 10% de la Republica Checa y más del 20% en Bulgaria, Latvia y Rumania.
Mas allá de los enclaves emergentes del Este se alza el “Muro de la Pobreza” como nos recuerda el Nobel Yunus. El liderazgo europeo es clave en la superación de la fragilidad de los pueblos del Sur. Más de la mitad del dinero que se destina en el mundo a ayudar a los países empobrecidos proviene de la UE y de sus estados miembros que son por ello el primer donante del mundo. En 2008, destinaron a este concepto 49.000 millones de euros, el 0,40% de su Producto Nacional Bruto (PNB). El objetivo es llegar a un 0,56% en 2010 y al 0,7% en 2015. Aún así, en casi un centenar de países los Objetivos de Desarrollo del Mileno(ODM) progresan con importantes retrasos consintiendo enormes costes en términos económicos humanos y sociales.
Las acciones europeas de cooperación no pueden limitarse a suministrar fondos para la adquisición de servicios de primera necesidad. La UE debe utilizar el arma del comercio para impulsar el desarrollo del Sur. En la medida en la que la economía inicia la senda de su recuperación, el énfasis debe colocarse mas allá de la simple superación de las medidas proteccionistas. En el plano mercantil, el Sur espera de Europa en 2010 la culminación de la Ronda de Doha, la reducción de los subsidios a la agricultura, la reformulación de los “acuerdos de asociación económica”(EPA)[2] en línea con los principios de Cotonou[3] y la activación de los programas de “ayuda para el comercio”(Aid for Trade) que ubique a la comunidad de países pobres en un régimen mas equitativo de acceso a los mercados de bienes.
En Noviembre de 2008 con ocasión de la Cumbre de Doha, la UE asumió que “la evasión de capitales, allí donde ocurre, es una traba de orden mayor para la movilización de los recursos domésticos para el desarrollo”. Pero a pesar de todo, cada año los países empobrecidos ven como las empresas multinacionales redireccionan sus beneficios hacia centros fiscales opacos, hurtando fondos a la sanidad, la educación o el medio ambiente. La Unión debe apoyar los esquemas de intercambio automático de información fiscal así como una normativa contable que promueva la imputación de beneficios de forma diferenciada a cada país. No es menor el provecho que para el freno de la corrupción supondría la abolición definitiva de sus numerosos paraísos fiscales.
En los próximos años hará falta dinero adicional, pero no separado de la opción transversal del desarrollo para preservar el “Bien Común” que nuestras emisiones de carbono están contribuyendo a destruir. La ya devaluada cumbre de Copenhague no consolidará lamentablemente las negociaciones climáticas y menos aún las urgentes acciones políticas previstas, entre ellas el consenso del nuevo Protocolo medioambiental que deberá sustituir al de Kyoto. Europa se ha comprometido al triple-20: reducir las emisiones en un 20% para el 2020 con una contribución de 20% de energías renovables. Pero hay que ir mucho mas allá profundizando en otras medidas como una resuelta protección forestal en los países en desarrollo o la introducción de una tasa sobre el comercio de emisiones
Tampoco puede permanecer indiferente la UE a las situaciones que el desamparo del Sur provoca en materia de seguridad. En un mundo interdependiente, cooperar al desarrollo es ya una cuestión de interés propio para asegurar la estabilidad y la prosperidad global. El resurgimiento de la piratería del Golfo de Aden está directamente vinculado a la inestabilidad y devastación que se registran en Somalia. Diariamente, miles de personas refugiadas huyen de países en conflicto buscando iniciar una vida más estable en otra parte del mundo.
La adopción del Tratado de Lisboa debe acelerar los movimientos para que Europa presente un solo rostro en las Instituciones Económicas Internacionales, con la profunda incidencia que ello produce sobre la Gobernanza global. Una voz y representación única cedería asientos a países emergentes y en desarrollo, contribuyendo a su mayoría de edad.
Valdría la pena asimismo que la UE sustentase en todo momento la legitimidad de Naciones Unidas como el máximo Foro de consenso entre Estados de todo el Planeta.
Para terminar, el Gobierno de Bruselas con Zapatero a su cabeza, podría patrocinar una vasta campaña mediática de concienciación social donde se presentase gráfica y reiteradamente al ciudadano de la Unión el escenario dantesco de la miseria del planeta.
Lula da Silva ha apuntado al hambre como “ese arma moderna de destrucción masiva”. Pero, mientras tanto, El 74% de los europeos –según el “Eurobarómetro 09”- nunca ha oído hablar de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”.
Y a Usted, amable lector, ¿qué le evoca ese enunciado?
Publicado en ‘Sal Terrae’ Diciembre 2009
[1] Manfred Nolte es colaborador de ALBOAN, ONG de desarrollo de la Compañía de Jesús en la Provincia de Loyola, que trabaja por la solidaridad entre los pueblos.
[2] Los EPA suponen la creación de un Area de Libre Comercio entre la UE(Union Europea) y el grupo de países ACP(Africa,Caribe y Pacífico)superando anteriores acuerdos bilaterales de carácter discriminatorio.
[3] Los acuerdos de COTONOU(Benin, 2000)suscritos entre los países ACP y la UE surgen con el objetivo específico de contribuir a la erradicación de la pobreza, al desarrollo sostenible y a la gradual integración de los primeros en la economía mundial.