El Davos del Sur
Manfred Nolte
Días atrás se clausuraba en Belém, en el corazón del Brasil amazónico, el Foro Social Mundial 2009(FSM). Tal vez sea interesante indagar en el trasfondo de una iniciativa que ha tenido un discreto reflejo en los medios de comunicación, no siempre acompañado de una interpretación certera. ¿De qué se trata aquí? ¿Qué buscan y qué hallan estos acontecimientos tumultuarios, mediocremente publicitados, desarrollados con un cierto tono de clase, diferenciada y rebelde?
Aunque sus fundadores se pierden en la discreta ruta del anonimato, el FSM pretende en sus orígenes ser un espacio abierto de encuentro sin proclamaciones unívocas, en el que quepan todo tipo de inquietudes, manifiestos y llamamientos sociales, para participar en un foro de foros, de corte radicalmente civil, donde no tienen asiento oficial ni gobiernos ni partidos. Es ante todo un espacio y no un movimiento, con una clara opción por los pobres del mundo, centrada en un “altermundismo” (otro mundo es posible)superador del liberalismo radical, manchesteriano y desintegrador.
El FSM se erige así en el embrión de la sociedad civil global donde la estrategia política no es lo importante, ya que se sostiene que no debe haber estrategias, salvo la de una estricta horizontalidad incluyente de todo y de todos, en lucha solo contra los fundamentalismos, la xenofobia, el racismo y todas las demás formas de exclusión y violencia. Comprometido con un código de transición que no tiene por que ser rápido ni ordenado, asume quizá inconscientemente la realidad de que la inclusión amalgama y desordena, que es otra forma de organizar, otro orden, menos jerarquizado, diferente y diverso.
Estos fundamentos han producido y siguen produciendo reacciones múltiples y contradictorias. Las mas banales las de fuera, que tildan al FSM de carnaval reivindicativo, campamento de verano del voluntariado, o de feria anual del turismo revolucionario, al tiempo que se interrogan sobre el origen de los fondos que sufragan desplazamientos y manutención, lanzando el dardo envenenado de que “alguien financiará todo eso”.
Pero mas allá de esas miserias, las criticas internas, mas sustantivas, surgen de su misma diversidad, que torna en contrincantes a dos buenas ideas y enfrenta serena y pacíficamente dos objetivos legítimos y dos nobles ideales, opinables y alternativos.
El carácter no piramidal ni jerárquico del Foro incomoda a quienes tienen prisa por el cambio y buscan los paradigmas tradicionales de la acción y los modos de la política. Los verdes creen mas en su ideario que en el de los rojos, y estos lógicamente revierten el sentido de la creencia. A unos les conforta que el foro sea plural y tolerante y aplauden al ver caminar juntos a un grupo de Caritas y a otro de gays en absoluto pié de igualdad. A otros les sigue sorprendiendo que un autobús con aire acondicionado, convertido en discoteca, flanquee una manifestación.
¿Es útil un espacio de encuentros, que no llega ni a conclusiones ni a consensos aunque trate de generar alguna consigna final de acción, por ejemplo en torno al G8 del 2 de abril en Londres? Frente a los movimientos de base o del campesinado, ¿es excesiva la influencia de las ONGs, que se erigen en superestructura moderada, despolitizando al grupo al dividir lo social y lo político y porque en la mayoría de los casos las ONGs ,ellas mismas, carecen de autonomía?
La contradicción de la variedad y de la pluralidad no alberga otro común denominador que el de la simple y llana manifestación. Belem, como sus predecesoras ha sido sobre todo espacio de manifestación y de testimonio, ejercicios primarios y envolventes de una ideología de base a veces no concluyente y siempre difícil de ensamblar.
¿Que queda entonces de perspectiva de progresión al FSM?¿ No es un ejercicio iterativo mezcla de marcha social y carnaval alborotado que no sustituye a nada ni a nadie? Y lo que es mas importante, ¿cual es su identificador meridiano, aquello que a los ojos del ciudadano lo convierte en bueno o lo reputa negativo y condenable?
Adedukawa Rodrigues, un indígena de 33 años llegó al Foro como representante de la organización Kuyunu del pueblo Ye´kwuana donde nació. Adedukawa viajó desde la comunidad de Tencua , Estado de Amazonas en barco por el Orinoco hasta Puerto Ayacucho, luego hizo un recorrido por tierra hasta Manaos, donde tomó otra embarcación hasta Belém. En total fueron 12 largos días de viaje. Adedukawa no se arrepiente de su largo viaje. Celebra hallar un espacio abierto a los no privilegiados del mundo para que puedan expresarse libremente y alzar su voz: celebra el hallazgo de una utopia.
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