El aspirante y el campeón.
Manfred Nolte
Entre ayer y el 31 de enero se celebra en Belém, en la amazonia brasileña, la novena reunión del Foro Social Mundial. Y hoy comienza en Davos, la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial. La reiterada coincidencia en el tiempo de dos eventos que se atribuyen un lábel mundial no es una mera coincidencia.
El Foro Económico Mundial(FEM) nació en 1971 a iniciativa de Klaus Schwab, un profesor de la Universidad de Ginebra que transformó meteóricamente una modesta plataforma de empresarios europeos en la Fundación mas exclusiva y selecta del planeta. Aparentemente “comprometidos en mejorar el estado del mundo” como reza el texto de la misión, una agresiva aunque ordenada pléyade de altos ejecutivos blancos, en torno a los 50 años de edad, paga sumas desmesuradas por ser socio del Club y sucumbir a la fascinación de la pertenencia, gozando el privilegio de toparse en los pasillos del Auditorio central de Davos-Klosters con un animado corrillo de políticos en ejercicio, capos de multinacionales de postín, algunos premios Nóbel y con el mismísimo Soros o a Bill Gates.
El Foro social mundial(FSM) es inicialmente un movimiento reactivo. En 1992 el empresario brasileño Oded Grajew pensó que además del que Davos representaba, era hora de proclamar de forma pacífica y multitudinaria que “otro mundo es posible”, acuñando así el slogan de la organización. Un proyecto horizontal “alter-globalización”. Según su carta fundacional, el Foro social es un espacio abierto de encuentro para articular acciones por parte de la sociedad civil frente al liberalismo salvaje o cualquier forma de imperialismo y, también, para la construcción de una sociedad orientada hacia una relación fecunda entre los seres humanos y de estos con la Tierra. Sin estructuras formales el Foro se convierte en un proceso permanente de búsqueda y construcción de alternativas
Desde la primera gran celebración de Porto Alegre en 2001, se han sucedido ocho mas. Cien mil personas de ambos sexos, de todas las razas y colores, de diversas extracciones culturales, sociales y religiosas participarán este año en mas de 2.600 actividades, culminando en un “día de las alianzas” para decidir acciones comunes. Belém, en plena jungla amazónica es una de las mayores reservas forestales, de agua y de biodiversidad del planeta con sus implicaciones medioambientales. Una gran oportunidad para los indígenas quilombolas, habitantes de la ribera, que quieren jugar en el evento un papel central. En este tipo de celebraciones multitudinarias la oferta es desbordante, la puntualidad desigual, la organización mejorable, las traducciones simultaneas mas voluntariosas que certeras. Inevitablemente, también, se cuelan algunas células radicales. A veces surgen propuestas para rediseñar estructuras de mando y crear una mayor cohesión. Pero entonces retorna el espíritu de Grajew para acallarlas. Y luego prosigue la fiesta y la celebración.
El Foro Económico contempla al Social con recelo aunque no lo considere un adversario de talla. Con 38 años de experiencia, posiblemente un adolescente de 9 no resulta amenazante. Pero el eco de la voz plural y anárquica del aspirante rebota en la montaña mágica que corona Davos, inmortalizada por Tomas Mann, alertando que no enmudecerá.
La Asamblea alpina hace honor a la relojería del país anfitrión. Aunque este año se prevé una menor rivalidad en el boato desplegado por las Firmas en cócteles y otras celebraciones restringidas, todo discurre en una ordenada y puntualísima constelación de eventos laterales, sesiones plenarias, y “Workshops” que nunca ocultan el mensaje central: la creación de riqueza como fuente del bienestar, en un sistema liberal y global. . Klaus Schwab manifestaba en un reciente entrevista que ambos proyectos perseguían lo mismo: lograr un mundo mejor. Puede ser. Lo cual no implica, según el Foro social, que la creación de riqueza tenga que ser en detrimento de los mas desfavorecidos, del medio ambiente o de los recursos no renovables. Schwab se atribuye el pragmatismo, tachando a su oponente de meramente ideológico. Pero tampoco es cierto que la convención suiza sea pragmática ,ni que sus deliberaciones contribuyan al cambio de las estructuras del planeta. A la postre se trata de un Club, no de un Organismo multilateral aunque presuma de estar a la altura de ellos.
La globalización está transformando los modos de relación entre los pueblos y sus gentes. Si un mundo plural está interconectado, la única manera de que funcione es fijando unas bases de valores comunes, democráticos, e inclusivos . Pero ese paso no se ha dado. Tampoco entre los dos Foros Mundiales.
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