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domingo, 19 de julio de 2009

Benedicto XVI y la agenda del desarrollo. (El Correo 19.07.09)

Benedicto XVI y la agenda del desarrollo.

Manfred Nolte.

La autonomía de las disciplinas frente a los juicios morales ha sido una constante del pensamiento científico. Aplicada a la economía, y siguiendo la tradición inaugurada por Adam Smith, esta posición sostiene que el mercado es incompatible con la ética porque las acciones morales voluntarias contradicen sus reglas y apartan al empresario moralizante del escenario del juego. Durante largo tiempo, la ética empresarial fue un concepto recusado, porque la economía rueda con la eficiencia y no con la moralidad. La lógica interna de los mercados garantiza el progreso e incluso la justicia distributiva.

Pero Benedicto XVI acaba de recordarnos que la economía no solamente está gobernada por leyes económicas, sino que está determinada por la acción del hombre. Aunque la economía de mercado descanse en el entramado de sus propias reglas, no puede eludir al ser humano o excluir su libertad moral. El desarrollo de los poderes espirituales de la humanidad es esencial para el desarrollo de la comunidad. Estos poderes espirituales son en si mismos un factor económico: las reglas del mercado solo funcionan eficientemente cuando existe un consenso moral que las sostenga.

La tercera encíclica de Joseph Ratzinger acude al rescate y defensa de unos principios, cuyo olvido ha promovido una de las recesiones más devastadoras desde la gran depresión. Es un acto de testimonio y solidaridad con las victimas inocentes, pero también una seña inequívoca a los líderes mundiales: la presente crisis global de descontrol, avaricia e invidencia prueba que la acción del mercado no es independiente de los planteamientos morales y políticos.

En línea con sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, a los que invoca recurrentemente a los largo de los 79 párrafos de un texto obviamente apologético, no hay sorpresas en la carta papal. La doctrina social de la Iglesia, desde la publicación de la “Rerum Novarum” de León XIII hace mas de cien años, no cambia sus fundamentos, aunque se adapta a la fenomenología social y económica de cada época desde los cimientos del depósito de la fe. La Ley natural, la dignidad del individuo, el bien común, el destino universal de los bienes, la participación social, los principios de subsidiariedad y solidaridad, van tejiéndose con los trazos de siempre, donde lo que varía es la estructura económico-social aunque con análogo telón de fondo: la miseria de muchos derivada de un modelo injusto además de ineficaz.

Para la correcta interpretación del documento papal hay que entender, sobre todo, su carácter teológico y trascendente. La encíclica no es solo una llamada a la reforma social, sino la voz del teólogo que acude a las últimas raíces de la fe para auspiciar las coordenadas morales de los mercados. “Caritas in Veritate” es un documento confesional. Reporta doctrina oficial de la Organización espiritual y civil que es la Iglesia Católica desde la dimensión de la fe: verdad, caridad, trascendencia, unidad. "El anuncio de Cristo- advierte el Sumo Pontífice- es el primer y principal factor de desarrollo".

“Caridad en la verdad” señala que la antropología teológica es el único punto de partida para poder acceder al bien común. A partir de ahí “La economía necesita de la ética para su correcto funcionamiento”. No cualquier ética, sino aquella centrada en los hombres.

Aunque el Papa postula que “la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer”, de hecho formula muchas. Es el contenido más cercano e inteligible de la Encíclica, pero al mismo tiempo el menos novedoso y el más sujeto a debate político. Sus propuestas, largamente reivindicadas por la sociedad civil, se encuentran recogidas en varios documentos de Naciones Unidas. La Declaración del Milenio (2000), el Consenso de Monterrey (2002), la Agenda de Accra (2005) o la Declaración de Doha (2008) recogen ordenadamente las pautas para abordar el problema del desarrollo. Cuando Benedicto XVI pide la reforma de Naciones Unidas se refiere a convertir este foro en el interlocutor inclusivo de la agenda de la pobreza, condición reclamada vivamente por los países sin voz, ante la impasibilidad de los poderosos Clubes Gs del Planeta. La utópica llamada a la reforma de la Gobernanza global, mediante la creación de una “Autoridad política mundial” se sitúa en la senda de las propuestas de la Comisión Stiglitz, que fue ignorada en la reciente cumbre para el desarrollo de Nueva York.

Los humanos no pueden ser victimas de los sistemas, sino sus protagonistas. A partir de ahí se abre un amplio campo de responsabilidades donde todos los actores de la sociedad tienen su indeclinable cometido particular.

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