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domingo, 2 de agosto de 2009

Gobernanza y Desarrollo. (El Correo, 02.08.09)

Gobernanza y Desarrollo.

Manfred Nolte

Barack Hussein Obama acaba de girar una visita relámpago a Ghana, un pequeño país subsahariano que lideró en el continente el proceso de independencia colonial e icono democrático capaz de producir transiciones pacíficas de poder. El viaje de 20 horas incluía la cita histórica en el Castillo de “Cape Coast”, estremecedora puerta de un viaje sin retorno para millones de africanos, a los que rendiría un silencioso homenaje. El 13% de la población americana tiene una relación directa con esta y otras ciudadelas limítrofes. De ellas embarcaron hacia América generaciones de negros estibados como carne de desesperanza en lo que constituyó durante más de 300 años el infame comercio trasatlántico de esclavos. De los 45 fuertes construidos a tal fin por los europeos en la costa occidental de África, 32 están en Ghana.

Previamente, el 10 de Julio Obama arengaba en Accra, su capital, a los representantes del pueblo. “Debemos partir de la premisa de que el futuro de África está en manos de los africanos”. “La clave del desarrollo reside en una buena gobernanza”.

Es obvio a estas alturas, que África y en general los países en desarrollo tienen que apropiarse de su futuro reforzando las instituciones democráticas y el estado de derecho, descansando menos en la ayuda presupuestaria. Una asociación real entre estos y los países desarrollados, basada en la inversión directa, un comercio libre y justo y en la ausencia de corrupción institucional está en línea con la doctrina repetidamente reivindicada por Naciones Unidas en sus códigos de interpretación del desarrollo y con lo que sostiene mayoritariamente la sociedad civil. Que lo recuerde el mandatario de color de mayor influencia mundial, hijo de África, otorga a la recomendación el peso de la prueba.

No es oro todo lo que reluce. Estados Unidos acomete la campaña diplomática del continente mas pobre del globo desde su dependencia de crudo y las crecientes amenazas geopolíticas que encara. Pero innumerables investigaciones abordadas por el Banco Mundial y el FMI, entre otros, avalan el vínculo entre una buena gobernanza y las cotas de desarrollo.

Las Instituciones de Bretton Woods consideran seis indicadores y los aplican por igual a la totalidad de países del planeta. La voz y rendición de cuentas, medida en la capacidad de los ciudadanos para participar en la elección de su gobierno, así como la libertad de expresión, de asociación y de prensa. La probabilidad de que el gobierno esté sujeto a actos de desestabilización a través de medios inconstitucionales o violentos. La calidad de los servicios públicos y su independencia de las presiones políticas. El espacio institucional para promover el desarrollo del sector privado. El estado de derecho: la confianza de los agentes en las reglas sociales y su nivel de acatamiento, en la prevalencia de los derechos de propiedad y el desempeño de la policía y los tribunales. Finalmente, el nivel de la corrupción, la medida en que se ejerce el poder público en beneficio privado, esa lacra pavorosa que destruye a un país desde su interior: fondos que se precisan desesperadamente para combatir la pobreza y la enfermedad, para construir carreteras, hospitales y escuelas, que acaban financiando las extravagancias y tropelías de los dictadores, perpetuando su existencia y provocando la desaparición o la muerte de quienes los denuncian.


La existencia de estos indicadores y la posibilidad de su seguimiento sugieren dos consideraciones finales.

La primera es que occidente, en paralelo a sus compromisos y a la obligada reparación de los estragos del colonialismo, deberá introducir una política discriminatoria respecto del sur: Los países con una débil gobernanza, especialmente los corruptos y represivos no deberían esperar mucho de la ayuda del norte.

La segunda se refiere a otras formas sutiles de corrupción. Una literatura emergente asocia la crisis global y sus orígenes en Estados Unidos a la captura y apropiación de espacios democráticos por parte de lobbis, fundamentalmente de la Banca y los medios especializados en finanzas. El Foro de Davos destaca una incidencia creciente de este tipo de prácticas perversas en Estados Unidos desde el año 2004.

Por cierto, no conviene mirar exclusivamente la paja del ojo ajeno ni escrutar escenarios improbables. En los indicadores de Gobernanza publicados por el Banco Mundial en junio pasado, España ha registrado en 2008 un retroceso respecto de 2003 y de 1998 en la totalidad de los seis atributos monitorizados. Aunque el País se encuentre acomodado en los percentiles del 75 al 100% en cinco de ellos, otros más diligentes nos han adelantado en el ranking final.

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